domingo, 5 de junio de 2016

Tendencias

Sólo han pasado dos semanas entre que me propuse escribir esto y ahora, y en estas dos semanas ha sido apabullante la orgía de eventos pseudocientíficos, pseudoterapéuticos y de carácter sectario que, desde asociaciones como RedUNE, APETP, ARP-SAPC o Círculo Escéptico nos hemos visto obligados a pedir sus cancelaciones, con dispar resultado.

Lo peor es que lo de estas dos semanas no es un hecho aislado; para cualquier asociado a las entidades anteriores, es el "pan nuestro de cada día". No voy a entrar a poner ejemplos ad nauseam, pero sí quiero exponer una muestra más o menos representativa de lo que hablo antes de entrar en el tema que quiero tratar. Disculpad lo aparentemente no relacionado de los hechos de los que hablo a continuación, pero son necesarios para que cobre cierto sentido lo que intentaré explicar más adelante.

Para los que no la conozcan (aunque hemos hablado de ella en este blog anteriormente), la Nueva Medicina Germánica es una pseudoterapia sectaria que insta a creer a la gente que el cáncer es el resultado de un conflicto emocional no resuelto, que el cuerpo expresa en forma de tumor, y en cuya evolución no hay que interferir con tratamientos médicos (ni siquiera con paliativos) sino atacar a su supuesta base psicológica, para conseguir curarse. En España tuvimos a su gurú afincado un tiempo, el cual dejó, antes y después de pasar por la cárcel varias veces, un buen elenco de adeptos (aparte de muchos muertos españoles y extranjeros). Os dejo los comentarios de esta página para que veáis de qué va la cosa, y os invito a perder 10 minutos buscando "nueva medicina germánica" en Google para que entendáis la magnitud de su difusión como terapia curativa, incluso por parte de algún organismo público o hasta a nivel estatal. Cuando hablo de "secta" me refiero a secta destructiva, con todo el rigor académico del término, no una banalización del término como la que otros usan para calificar a grupos con los que no congenian.

En estos días ha habido también un debate en RNE sobre homeopatía (más bien, un "debate", donde se puede mentir impunemente porque el medio no se molesta en comprobar la veracidad de los argumentos expuestos). Me gustaría que el lector fuera directamente al minuto 22 para escuchar una intervención telefónica de una oyente.

En estos días hubo una cancelación de un curso de Biodescodificación en el Colegio de Enfermería de Valencia. Su presidente, Juan José Tirado, dijo retirarlo por presiones, y no porque entendiera que es muy mala idea propagar como información a sus colegiados esta otra secta, heredera directa de la Nueva Medicina Germánica y que propone que no sólo el cáncer sino toda enfermedad es producto de un conflicto emocional no resuelto.

Casi el resto de la semana se me ha ido tratando de que igualmente se cancelara un curso de verano en la Universidad de Málaga en el que quizá un lego en estas lides no vea nada raro. Algunos divulgadores como Vary Ingweion o Caos Azucarado dan algunas pistas sobre qué está mal en este puzzle. Les resumo: entre los ponentes hay tres movimientos sectarios: una rama derivada de la "antroposofía", un ejecutor de "hipnosis regresivas" (de cuya mala praxis constan en RedUNE varios afectados) y la Bioneuroemoción, probablemente el movimiento sectario pseudoterapéutico más destructivo que ha pisado nuestro país en las últimas décadas y, como algunos inferirán, hija de la Biodescodificación y segunda evolución de la Nueva Medicina Germánica. Las premisas de la Bioneuroemoción son que todo lo que le ocurre a un individuo en su vida es porque "se lo ha pedido al Universo" para que le llame la atención sobre un conflicto emocional no resuelto. Una violación, una agresión, literalmente cualquier cosa que te pase (por supuesto, una enfermedad o un tumor) es a resultas de que tú "lo has pedido al Universo".


Suena gracioso hasta que te das cuenta de que esta gente vive en un constante estado de paranoia por todo lo que le ocurre, tratando de darle un sentido a los muchos eventos azarosos de la vida diaria.

Quizá os interese saber cuál es la tendencia de crecimiento del movimiento anterior. Desde enero de 2015 llevo cada día 5 de cada mes un recuento de seguidores en la página de su gurú, Enric Corbera. El número total de adeptos aquí es indiferente, dado que el target de Corbera, según él, son "marujas" y muchas de sus víctimas probablemente no usarán Facebook. Así que, aunque varios de sus vídeos cuenten con más de un millón de visualizaciones, y que el total de seguidores de Facebook supere los 200.000, lo que me interesa no es el número absoluto, sino su evolución en el tiempo y la aceleración que está tomando:


Esto sin entrar a hablar de que entre los ponentes también está el director del curso de homoeopatía que, afortunadamente, están sacando a patadas de algunas Universidades, y de Odile Fernández, que no pierde ocasión para insistir en que una dieta puede ir más allá de la mera prevención de un cáncer, sugiriéndole cualidades terapéuticas contra el mismo.

Igual no resulta ya extraño saber que el director del curso de la FGUMA, Diego Vera, ha cancelado el curso (más bien propone convertirlo en un debate) alegando que ha sido "por las presiones recibidas, las cuales no entiende por tratarse de cursos similares a los ofertados por otras universidades". Sin comentarios.

Por último, también hemos tenido algunos rifi-rafes para tratar de sacar de organismos públicos, una vez más, a Pàmies y sus barbaridades sobre la curación de enfermedades con un montón de cosas que él vende en el puesto de la entrada y que las malvadas farmacéuticas quieren evitar y que tiene un número tan creciente de adeptos que ya comienza, en el imaginario colectivo, a hacerse un supuesto referente de la salud en contra del "sistema establecido" (sé que la página de la siguiente captura no es legítima y alguien les ha suplantado o trolleado, pero no deja de estar Pàmies y no otros por alguna razón):


Aún no he comenzado a tratar el tema que me lleva a escribir esta entrada, pero ya se acerca el momento. Si he cumplido mi cometido y habéis curioseado un poco por los comentarios de las búsquedas anteriores a las que os he remitido, a estas alturas habréis leído decenas de veces (sobre todo en los comentarios de la gente) discursos sobre lo natural, lo orgánico, lo "sin efectos secundarios", el "¿qué mal puede hacer?", el "amímefuncionismo", las malas experiencias médicas, lo iatrogénico, el ensañamiento médico, probablemente el bulo de que la muerte por medicamentos es la tercera causa de muerte, el veneno de la quimioterapia, el incremento de los cánceres, quizá algo sobre chemtrails y glifosato, la violencia obstétrica frente a lo natural del parto en casa, o en el bosque, o comerse la placenta de una en cómodas píldoras o al pil-pil.

Vamos a por materia. Hace un par de semanas, alguien debió decidir que un buen tema para repercutir unas buenas visitas a su blog sería tildar de sectaria a gente que, con todas sus limitaciones, tratan de hacer algo para paliar el "sindiós" anterior.

Había un buen listado de críticas que, en conjunto, venían a decir que los llamados escépticos se quejan del Bigfoot o la homeopatía y no se meten con los desmanes de la farma o asuntos más peliagudos como el problema del cribado, y que ponían a la ciencia como una vaca sagrada omnisciente y omnipotente, con una arrogancia desmedida.

Evidentemente, cuando tomas un grupo bastante amplio de gente, gran parte de esas críticas serán correctas aquí y allá; habrá gente que no acabe de entender del todo cómo funciona la ciencia y que no basta con que "un estudio diga que" para que algo sea como ese estudio dice. Cualquiera que lea a Francis cuando trata el tema de las publicaciones científicas estará inmunizado contra esto. Desde luego, también hay que tener en cuenta que, para meterse con el Monstruo del Lago Ness, sólo hace falta tener más de unos 12 años, y para meterse con la homeopatía, 15 (o a la edad a la que actualmente se dé Química en la enseñanza secundaria). Para meterse con las alteraciones provocadas por la mala ciencia hay que tener bastante más querencia por la estadística y otros conocimientos más profundos de los que, desafortunadamente y por lo que sea, muchos supuestos profesionales no han tenido una correcta formación.

Al listado anterior de críticas se han sumado textos en mi opinión con una crítica más acertada y que, sin embargo, aún necesitan una serie de información extra para que se pueda entender "The Big Picture", el tapiz interrelacionado entre escepticismo, pseudociencias, divulgación, educación, salud, sufrimiento y muerte.

Uno de los problemas de las pseudociencias es, irónicamente, que no se tiene consciencia social de que haya un problema con ellas. Hasta hace poco más de medio año, y prácticamente a raíz del triste caso de Mario Rodríguez y de la combatividad encomiable de su padre (Julián vio con claridad y de la forma más dura posible el problema por el que tantos llevamos tanto tiempo luchando), era difícil ver en los medios generalistas alguna noticia relativa a los problemas de las pseudociencias. Quizá algún triste caso de antivacunismo por aquí, un aviso de la muerte de un chaval que luchaba "a contracorriente" contra el establishment que había decidido afrontar su cáncer de pulmón con una dieta (lo que actualmente se conoce ya como "hacer un Steve Jobs", lo que demuestra que no sólo la gente sin estudios es capaz de tomar malas decisiones bajo una inmersión en el bombardeo de modas pseudocientíficas sobre salud que todos sufrimos inconscientemente), alguna lejana muerte de alguna víctima de Hamer (y ni mucho menos todas las que ocurrieron)... ni siquiera recuerdo haber visto en ningún medio el caso de Maribel Candelas, víctima de la Bioneuroemoción y su promotora número 1 por Valencia.

De hecho, es más normal encontrar en los medios decenas de panfletos acríticos que fomentan muchas pseudoterapias y mitos sanitarios, y quizá notas veladas donde se entrevén otras muertes por causa de una creciente tendencia de las prácticas pseudocientíficas producto, en demasiados casos, de la falta de confianza en el sistema médico. Recuerden: descontrol médico, químicos, sobremedicación, sobrediagnóstico, iatrogenia, violencia obstétrica, sádicos que arrancan tetas, y otras muchas alarmas que harían al más aguerrido salir corriendo en dirección contraria a la del hospital más cercano, páginas de "divulgación" que usualmente hablan de "farmacéuticas y Nuevo Orden Mundial", de "los peligros de la medicina preventiva y los chemtrails", de "antivacunismo y cualquier demencia 'integrativa' de vuestra elección". Permitidme un inciso: jamás una organización tuvo un nombre tan bien elegido como los de "La Caja de Pandora"; el mal que ha salido de ella no tiene mesura.

Pero como decía, de un tiempo a esta parte, con el revulsivo del puñetazo sobre la mesa de Julián Rodríguez, fundador de APETP (Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas), algo ha parecido despertar, tímidamente, entre los medios de comunicación. Así, encontramos aquí y allá noticias que alertan de los riesgos de acercarse a las pseudociencias en salud, de una tendencia en auge de dichas prácticas (algo común a muchos países, algunos de los cuales sí tienen observatorios de pseudoterapias y movimientos sectarios), y del daño que están haciendo por retraso u omisión de tratamientos efectivos. Aún no nos hemos tomado en serio las pseudociencias, aún seguimos hablando de "terapias alternativas" y no de estafas sanitarias, seguimos tratando de "integrar" fraudes en el sistema de salud. Aún seguimos teniendo profesionales de la salud que se pasan por el forro su deontología hasta tal punto que, en ocasiones, parecen desconocerlas incluso los presidentes de los comités de deontología de algún Colegio de Médicos a los que hemos visto en calidad de presentadores de otro médico en una charla sobre Nueva Medicina Germánica en una Universidad, charla felizmente desarticulada al poco de dar el aviso a la misma.

Pero en algún momento parece que el problema está en que los escépticos no se quejan de lo que a algunos les apetece que se tengan que quejar. No en que los malos profesionales de la medicina campen a sus anchas, abriendo las puertas de sus Colegios a todo tipo de ocurrencias, difundiendo charlas sectarias, protegiendo a otros profesionales corruptos por un corporativismo mal entendido o, por supuesto, no atendiendo a las evidencias (a las robustas, no a los "un estudio dice", que viene siendo el "amímefuncionismo" de las publicaciones) que deberían hacerles modificar sus protocolos.

No, parece que el problema está en que los escépticos no se quejan de los peligros del cribado. Parece dar igual que insistamos en que no es tanto su contenido (aunque no deje de ser un tema más complejo de lo que se suele presentar) como la forma en la que algunos lo presentan. Aquí debería extenderme muchísimo más hablando además de inercias en todo cambio social, de que la gente no son robots y las estadísticas al final se plasman en vidas reales (y una vida salvada a costa de diez personas fastidiadas innecesariamente pero vivas podría ser un precio tolerable para muchos), de que las decisiones que se toman a priori, antes de saber cómo será la evolución de una enfermedad... pero esto quedaría demasiado largo y ya han hablado otros de ese tema más y mejor.

Voy a centrarme en lo que no se incide lo suficiente: una mala divulgación social en temas de salud equivale a gritar "fuego" en una sala de cine repleta: si lo que se pretende es salvar vidas, puede acabar siendo contraproducente al producir un fenómeno de abandono en masa. Las quejas, y seguramente con razón, de que algunos profesionales de la salud no están ajustándose a la evidencia en su sector (aquí es donde entra lo de las inercias sociales), no son justificación suficiente para alimentar un recelo contra el sistema sanitario, por imperfecto que éste sea; es necesario cuidar al máximo la forma en la que se aporta la información para evitar la proliferación de casos como éste, más usuales de lo que puede parecer (invito a consultar con cualquier psicooncólogo, dado que no existen datos oficiales a nivel nacional para respaldar esta última afirmación, cosa que va haciendo falta).

Para ejemplificarlo mejor, y con esto casi acabo, vaya un ejemplo: nadie (bueno, casi nadie) diría que fumar es inocuo. El mensaje social generalizado es que el tabaco es muy nocivo y fumar provoca cáncer. Si no me equivoco (y esto siempre puede pasar, espero que nunca nadie dé por sentado que algo de lo que digo es cierto sin contrastarlo), pese a que efectivamente los componentes del tabaco son cancerígenos, realmente no son tan perjudiciales para la salud y hay niveles de consumo que podrían resultar más o menos tolerables (al igual que ocurre con el alcohol) sin ganar excesivas papeletas para un cáncer. Pero los humanos somos como somos, y, dado que si les dices 0%, van a hacer 30%, es más que comprensible que se intente dejar el mensaje meridianamente claro, para maximizar su efecto.

Lo que quiero decir, en resumen, es que un mensaje sobre salud del que se desprenda "cuidado con tu médico" es (si lo que se quiere hacer es salvar vidas) la peor de las estrategias en el entorno actual de suspicacia y recelo para con la profesión y el auge de las estafas "sin efectos secundarios". Pero quizá la pregunta pertinente es ¿realmente lo que se quiere hacer es salvar vidas?

Me explico: igual que algunos levantan un miedo infundado sobre los "químicos" o "el wifi" para acercar a los incautos a comprar sus "calzoncillos antiwifi", otros (como Pàmies) usan el FUD para hacer un "wakefield" a la española, espantando a los ciudadanos de los hospitales en dirección hacia sus libros, sus semillas, o a contratar los servicios de un bufé de abogados  de confianza que crean que les puede representar ante la terrible crueldad desalmada del sistema médico contemporáneo y sus malvadas vacunas.

Se puede criticar que se use el término "terrorismo sanitario" para describir la realidad anterior. Desde mi perspectiva, es exactamente el término adecuado: infundir terror a la medicina para usar ese estado alterado con el propósito de inducir a cambios en el comportamiento de la ciudadanía, con el resultado ocasional de víctimas mortales. Esta táctica se está convirtiendo en otra peligrosa tendencia.

Coda final: Por un gallifante cada una, encontrad cuántas veces aparece mencionado Gérvas en los enlaces anteriores relacionados con difusión de contenidos como extraterrestres, conspiraciones, pseudoterapias, "matrix", charlatanes como Pàmies, sectas como la Nueva Medicina Germánica, etc. Para nota, como colofón y resumen de este extenso texto, reflexionad sobre por qué en ellas no aparecen profesionales de la medicina que han sido igualmente críticos sobre los mismos temas sobre salud como puede ser Vicente Baos.

P.D.: Si alguien está interesado en tomarle el pulso a la demencia social actual, les invito a seguir a los Borregos Illuminati y sus Premios Brandolini. Aviso: es más perturbador que divertido.

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