domingo, 12 de marzo de 2017

Colegios de pseudociencias.

Los principios esenciales de la profesión médica se traducen en las siguientes actitudes, responsabilidades y compromisos básicos:


El fomento del altruismo, la integridad, la honradez, la veracidad y la empatía, que son esenciales para una relación asistencial de confianza plena.


La mejora continua en el ejercicio profesional y en la calidad asistencial, basadas en el conocimiento científico y la autoevaluación.


El ejercicio de la autorregulación con el fin de mantener la confianza social, mediante la transparencia, la aceptación y corrección de errores y conductas inadecuadas y una correcta gestión de los conflictos.


Código de Deontología Médica, Preámbulo.


Puedo entender que el charlatán de la esquina intente curarme el cáncer con plantas, lejía o pases mágicos. No entiendo que esté pasando impunemente a día de hoy, pero esa es otra historia. Puedo entender que, por ejemplo, mi panadero no sepa distinguir si una terapia o técnica tiene base científica o se trata de un fraude sanitario.

No puedo entender que haya médicos que abogan por fraudes sanitarios.

O puedo intentar entenderlo: por pura probabilidad, seguro que hay gente con problemas mentales que le empujen a cierto tipo de delirios, como le pasó al ex-doctor creador de la secta pseudoterapéutica actual más letal, la “Nueva Medicina Germánica”, que se ha cobrado más de 3000 vidas y sigue matando en nuestro país.

Puede que haya una carencia en la formación en el método científico, su necesidad para reducir sesgos cognitivos, la estructura de un ensayo clínico con su diseño previo, sus grupos aleatorizados, con su control, su número de participantes estadísticamente representativo, su doble o triple ciego, la importancia de la revisión por pares y los conflictos de intereses, la diferencia entre una publicación en una revista con alto impacto, los metaanálisis y revisiones sistemáticas… y todas las trampas de mala ciencia que se puede hacer en todos y cada uno de los puntos del proceso y que hay que tener en cuenta antes de dar por válido hasta un “buenos días”.

Y puede que haya aprovechados que, como quizá el médico de Canarias que daba charlas en la Universidad de Las Palmas difundiendo la segunda de las más letales sectas pseudoterapéuticas actuales, la bioneuroemoción, busquen una forma de ganar un sueldo extra con cursos, talleres, vídeos y consultas.

El problema es que, como fuere, con el corporativismo mal entendido, la falta de formación específica y la inoperancia de que adolecen a los Colegios (a veces corrompidos hasta la médula), estos parásitos y malos profesionales se les han colado hasta la cocina y se han puesto bien cómodos.

Ya no solo hablamos de fraudes manifiestos como el reiki o las “terapias cuánticas” o “energéticas” o estafas socialmente toleradas como la homeopatía, que se han introducido en la sanidad con la (eterna) excusa de sus gerentes de que “mal no hará, la gente lo demanda, y así nos aseguramos de que ese placebo lo aplican correctamente los profesionales”, y que termina cerrando el círculo con el daño social de “si lo aplican en un hospital es porque funciona, así que lo demando”, olvidando que por inocuo que sea el producto o técnica, la distorsión sobre cómo funciona la realidad nunca es inocua y provoca víctimas por interferencia, retraso o rechazo de tratamientos validados.

Hablamos directamente de estar impartiendo cursos de “formación” en sectas como la medicina antroposófica en Colegios Médicos. Hablamos de descubrir que, al ir a denunciar al médico de Canarias, presentaban su charla el presidente y vocal de su comité de deontología. Hablamos de la pretensión de montar centros de “medicina tradicional china” en algunos lugares donde ni siquiera tienen un centro de atención primaria. Por cierto, ¿alguna vez pensaron en lo ridículo que les sonaría intentar llevar a China un centro de medicina tradicional europea, con sus sangrías y dietas y sanguijuelas y ayunos y purgas y trepanaciones y venenos y cataplasmas? ¿Alguno se molestó en revisar la esperanza de vida de China antes de la llegada de la “medicina occidental”? (O en India, para los creyentes ayurvédicos).


Estamos ante un mal endémico, que socava su integridad, honradez y veracidad, que convierte el fundamento en el conocimiento científico en una mera sugerencia “tan válida como cualquier otro conocimiento”, que a la postre repercute en gente desconfiando del chamanismo que le puede aplicar el personal sanitario de turno según sus “ideas” en lugar del pertinente tratamiento válido (o como inútil añadido al que de verdad le curará). Va siendo hora de que acepten y corrijan estos errores y conductas inadecuadas. Les doy algunas pistas:

  • No por ser algo natural ha de ser bueno (la cicuta y un rayo son muy naturales).
  • No por ser algo tradicional o milenario significa que funcione. En salud, más bien significará que es primitivo y está ampliamente desfasado.
  • La medicina siempre ha sido holística; no permitan que nadie se apropie de ello.
  • La medicina siempre ha sido integrativa; parafraseando a Minchin, las “medicinas alternativas” que han probado que funcionan se llaman “medicina”.
  • Fórmense contra pseudociencias y sectas, no en ellas. Busquen el pensamiento crítico en general. Muchas asociaciones les tenderán la mano en este objetivo.
P.D.: Esto va también por las revistas sanitarias que, tratando de mostrarse equidistantes, faltan a su compromiso deontológico de contrastar verazmente su contenido, usando eufemismos como “sin aval científico claro” donde debería leerse “siendo un fraude sanitario manifiesto”, o permitiendo que se afirme en ellas, sin despeinarse, que “una cefalea es por una patología energética del hígado”. Pero el asunto del "periodismo en salud" merece una entrada propia, más extensa.

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